Por Daniela Pizarro *
Dos episodios matonescos en contra de la prensa se vivieron la semana recién pasada en el Congreso Nacional. Ambos tuvieron como protagonistas a personeros de la derecha, quienes se negaron a entregar declaraciones y ante la insistencia de los reporteros uno de ellos opta por los golpes y ambos escapan a los requerimientos de una respuesta a su actuar.
El más bullado fue el caso del diputado de Renovación Nacional, René Manuel García, quien empujó y pateó al periodista de radio ADN, Kevin Felgueras. El legislador, que cumplirá 32 años en el Parlamento, no quiso responder las preguntas de la prensa respecto a su reprochable proceder en contra de dos diputadas en el marco de una sesión de Comisión.
García caminó raudo por el edificio legislativo esquivando las preguntas, subió escaleras, bajó pisos, abrió y cerró puertas, todo esto mientras era filmado por los reporteros y por las cámaras de seguridad. Tras el revuelo que causó la acción -reaccionó la Cámara de Diputados, bancadas parlamentarias y el Colegio de Periodistas de Chile- el diputado emitió una declaración lamentando lo ocurrido, pero escudándose en que reaccionó por la “persecución” y “hostigamiento” del periodista.
Días antes el ministro de Economía, José Ramón Valente, tras dar las explicaciones por la manipulación del IPC en la Comisión de Economía de la Cámara Baja, salió a un punto de prensa e hizo algunas declaraciones respecto a la información que entregó en dicha instancia legislativa. Sin embargo, al ser consultado respecto a la gira oficial por Francia, España, Suecia y Suiza que realizó en compañía de su hijo José Tomás Valente, el secretario de Estado enmudeció y arrancó. Acto seguido, los periodistas corriendo tras él, insistieron con las interrogantes, hasta que los escoltas, de un empujón, inmovilizaron a dos profesionales. Ese hecho no tuvo una gran repercusión mediática, ya que Valente habría frenado a sus guardias.
Las dos situaciones abren nuevamente el debate respecto a los límites del ejercicio periodístico, la libertad de expresión, los derechos individuales y la transparencia política en democracia.
En varias notas de prensa se habla del derecho que tienen las autoridades a referirse o no a ciertos temas. En uno y otro caso, los periodistas preguntaron por cuestiones netamente apegadas a los cargos que García y Valente ostentan. El primero le faltó el respeto a dos de sus colegas en una Comisión parlamentaria. El segundo debía dar explicaciones porque llevó a su hijo a una gira oficial costeada por el Estado chileno y donde se busca un beneficio para la nación, no para los emprendimientos familiares. Una práctica que ya se está haciendo costumbre para este gobierno, de hecho, el Presidente Piñera aun no responde seriamente -más allá de quién costeó el viaje y la estadía- sobre la inclusión de sus hijos en la importante visita oficial a China, aunque a última hora se haya pedido perdón.
En uno de los capítulos del conocido programa español “Salvados”, el periodista Jordi Évola entrevistó a Chris Bryant, un parlamentario británico del Partido Laborista Galés, respecto a la relación entre la prensa y los políticos en Gran Bretaña. El legislador dijo “nosotros no hacemos declaraciones, nos entrevistan. Lo normal es que un periodista te entreviste y lo haga bastante fuerte. Si te escondes pierdes”. Es decir, esos diputados no tienen opción de negarse a responder y menos a hablar solo de lo que quieren, porque son castigados por la ciudadanía.
En el plano mundial, la ONG Reporteros sin Fronteras en un reciente informe de abril de 2019 asegura que existe un deterioro generalizado contra la profesión, con hostilidades y odio “del que se hacen eco dirigentes políticos en muchos países”.
En el caso de Chile, señala que ha bajado 8 puestos en el ranking de la libertad de prensa, ubicándose en el lugar 46. La caída se debe principalmente a que el país, a pesar de tener una democracia relativamente estable “continúa sufriendo de corrupción y resacas de la dictadura militar” y que tiene graves dificultades para realizar el ejercicio periodístico en temas tales como “la corrupción política, las protestas de la comunidad mapuche y las manifestaciones”, esta última porque la prensa se convierte en blanco de los ataques policiales.
También el texto de los Reporteros sin Fronteras señala la brutal concentración mediática como un escollo para entregar diversidad de contenidos y en esa línea destaca la dificultad que encuentran los medios comunitarios para sobrevivir en el largo plazo.
Sobre la libertad de prensa el listado es liderado principalmente Noruega, Finlandia, Suecia, Países Bajos y Dinamarca. Sin embargo, en el plano mundial, Reporteros sin Fronteras asegura que existe un deterioro generalizado contra la profesión, con hostilidades y precariedad.
En Chile seguiremos esperando la anhelada nueva Constitución que consagre el derecho a la comunicación y una nueva Ley de Medios, que regule la concentración mediática y democratice las comunicaciones. En tanto la organización de los periodistas seguirá denunciando las arbitrariedades a la que somos sometidos los profesionales de los medios de comunicación.
*Consejera Regional Metropolitano Colegio de Periodistas de Chile