“Estamos por dejar de lado un repetitivo diagnóstico y asumir una asertiva respuesta”

Así lo señaló el director del periódico El Siglo, en la actividad por los 84 años de existencia de este medio de comunicación, uno de los más antiguos del país. “Tenemos la certeza de estar contribuyendo a la generación de conocimiento, al acceso a la información, al debate, en medio de una intensa batalla ideológica y de disputa de proyectos-país”, sostuvo. Hizo alusión a estigmatizaciones respecto a este medio e indicó que con eso “lo que hay es una cancelación y una negación mediática”. Apuntó que, en definitiva, El Siglo “logra hacer una labor contribuyente en el escenario mediático. Logra llegar a miles de lectoras y lectores. Logra colocar un relato, una mirada, una sensibilidad, una conversación, una reflexión, que es distintiva”.

 Texto íntegro de las palabras del periodista Hugo Guzmán Rambaldi, en la actividad por el 84 aniversario del periódico El Siglo:

Muy buenos días, gracias a todas y todos por acompañarnos en este significativo día.

Quisiera comenzar estas palabras recordando y rindiendo un sentido homenaje a Guillermo Teillier del Valle, quien fuera presidente del Partido Comunista, fallecido hace un año y que siempre, siempre entregó su apoyo humano, político y de gestión para el desarrollo del periódico El Siglo

No podemos olvidar que estando muy delicado de salud, días antes de fallecer, hizo un enorme esfuerzo y escribió un artículo para El Siglo, sobre los 50 años del golpe de Estado, y fue el último texto que elaboró.

Estamos contentos y satisfechos de celebrar hoy los 84 años del periódico El Siglo. Es una proeza, dadas las condiciones en que se ha desarrollado este medio de comunicación.

Nos imaginamos hoy a ese grupo de imprenteros, tipógrafos, sindicalistas, militantes comunistas y periodistas que hace exactamente 84 años iniciaron la labor de El Siglo que perdura hasta este 2024.

Actualmente, aunque de manera intermitente, logramos continuar con las ediciones impresas que, cuando salen, logran venderse entre un 75 y un 80 por ciento. Tenemos decenas de miles de visitas al Portal Web y hemos crecido en las redes sociales que manejamos. Estamos efectuando los foros Miradas Abiertas, un espacio de debate sobre temas nacionales e internacionales. Logramos instalar información y análisis en diversos ámbitos y hemos desarrollado el intercambio con una veintena de medios afines en Chile y otros países. Tenemos una potente producción periodística y nadie podría desmentir que El Siglo  es parte del sistema medial chileno con su signo editorial distintivo. 

Una labor a partir de una convicción: la necesidad de contar con este medio para expresión de las ideas y de las propuestas de los sectores populares y transformadores, para la extensión de la cultura, de la verdad, de la diversidad. 

Tenemos la certeza de estar contribuyendo a la generación de conocimiento, al acceso a la información, al debate, en medio de una intensa batalla ideológica y de disputa de proyectos-país.

Estamos convencidos de la tesis de la complementación de medios, es decir, ser capaces de estar en diferentes plataformas y distintos formatos comunicacionales, para irradiar pensamiento, conocimiento, propuestas, reflexiones, datos y antecedentes, y lograr alcances tanto masivos como de nichos. 

Debemos pelear contra la precariedad financiera, contra la falta de infraestructura de recursos y capacidades humanas y profesionales, contra ausencia de apoyos, contra la estigmatización y criterios conservadores. 

Pero eso no nos amilana y seguimos con nuestra labor, no por terquedad, sino por convicción de la necesidad de difundir los mensajes que salen de este periódico posibilitando una mirada opcional y contrahegemónica en el escenario mediático. 

Recurro a las palabras de Patricio López, director de Radio Universidad de Chile, quien afirmó en su saludo a nuestro periódico, que “hacer periodismo en un lugar distinto al de los medios hegemónicos en el Chile de hoy, es una tarea llena de dificultades, pero que hay que acometer si queremos profundizar nuestra democracia”.

Hace unas semanas, un representante de los conservadores de este país, quiso establecer que el periódico El Siglo no es un medio de comunicación. Los conservadores siempre han querido omitir y eliminar a El Siglo

No en vano es el único periódico de este país que vivió -y resistió- dos períodos de clandestinidad obligada a manos de dos regímenes dictatoriales conducidos por los conservadores. Esa ha sido la peor violación al derecho a la información y a la tan mencionada libertad de prensa que se ha visto en Chile. 

En 1973 la Junta Militar, como lo recordaban Libio Pérez, editor de Le Monde Diplomatique Chile, emitió un decreto cerrando medios de comunicación, lo que incluyó a El Siglo. Los militares golpistas dejaron circulando dos periódicos de los conservadores: El Mercurio y La Tercera. Los dos que aún mantienen un monopolio de la información. El reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, indicó, en referencia a esos periódicos, que “el campo periodístico chileno está fuertemente concentrado en dos actores”. No lo dicen los comunistas, ni la izquierda, sino un organismo de Naciones Unidas.

El mismo reporte del organismo de la ONU estableció que en Chile “no existe una prensa que proporcione un contrapeso a la cobertura y opiniones expresadas por medios convencionales”. Eso se inscribe en algo enunciado hace tiempo. 

Chile es uno de los países de América Latina y Europa con menos diversidad de medios a escala nacional, menos amplitud comunicacional nacional, una desproporcionada concentración de la propiedad privada y trasnacional, un panorama deficitario en medios públicos y estatales, y de menor papel del Estado en aportes a través de subsidios, avisajes, inversiones y proyectos para garantizar la pluralidad medial.

Por referencia histórica y que no está de más recordarlo, caímos a un abismo si comparamos la existencia de medios de comunicación de distinta propiedad y diferente línea editorial durante el Gobierno del Presidente Salvador Allende, y lo que existe hoy. 

Digamos que dentro de ese cuadro, a este periódico además lo hacen acarrear con la estigmatización, la anulación y el torpedeo a mecanismos de desarrollo. 

En eso subyace un tema de cuidado. No ocurre porque el medio sea mediocre. Ocurre por su origen y por su línea editorial. Entonces lo que hay es una cancelación y una negación mediática. Eso es un atentado al derecho a la información, establecido como un derecho humano.

Dicho todo lo anterior, que El Siglo cumpla hoy 84 años de existencia, es una hazaña. No hay otro calificativo. Que El Siglo cumpla 84 años no sólo es un gesto simbólico, sino la evidencia de la vigencia de un proyecto periodístico necesario.

En 1827 se fundó El Mercurio de Valparaíso y en 1900 El Mercurio de Santiago. En los primeros años del siglo pasado ese periódico se consolidó como propiedad de la familia Edwards y como un medio de los sectores conservadores. Hubo otras experiencias de diarios de sectores de la aristocracia, de los latifundistas, de los conservadores. 

Es en ese escenario que Luis Emilio Recabarren sostuvo la necesidad legítima de que los trabajadores, los sectores populares de la sociedad, y las representaciones políticas de izquierda, también tuvieran prensa propia y fundó, entre otros, El Despertar de los Trabajadores, que trazó un camino que llevó en 1940 a la creación de El Siglo

Una de las claridades de Recabarren fue concebir que el país y el pueblo requería la existencia de prensa popular capaz de difundir las ideas transformadoras, la cultura popular, las vivencias del pueblo y las reivindicaciones de las trabajadoras y los trabajadores. No tenía por qué restringirse la prensa a los conservadores, a los empresarios y a los poderes económicos.

En la actualidad persiste esa tesis. ¿Por qué si la familia Edwards mantiene El Mercurio y sus filiales, por qué si el grupo Saieh posee Copesa, por qué si la familia Luksic compra el Canal 13 y crea otros medios, por qué si grupos trasnacionales como Prisa o Bethia poseen medios, los sectores populares, las representaciones políticas de izquierda, los sectores vinculados a proyectos transformadores, no pueden tener sus medios propios y avanzar en los equilibrios y contrapesos que requiere el sistema de medios en Chile?

Estas preguntas se formulan a partir de que se quiere instalar y naturalizar la existencia de la prensa conservadora y empresarial y, al mismo tiempo, se quiere desinstalar y desnaturalizar la existencia de prensa transformadora y popular.

Claro que a estas alturas estamos más bien por dejar algo de lado un repetitivo diagnóstico y asumir una asertiva respuesta.

En ese camino creemos en la necesidad de un periodismo militante, creador y de calidad. En el desarrollo de capacidades de gestión. En reforzar la complementación de medios. Esforzarnos por la consecución de infraestructura que permita el desarrollo del periódico porque sin eso, no hay desarrollo de medios.

Es claro que se requieren medios comunitarios, regionales, sociales, sindicales, indígenas, universitarios, feministas, partidarios, juveniles, se requiere de un ejército en redes sociales como dijo Ignacio Ramonet,  de una fuerza inductiva como señaló Frei Beto, un periodismo de trinchera como reivindicó Salvador Allende, y una prensa que ilustre como dijo Recabarren. 

so debe incluir, en nuestra opinión, medios de alcance nacional, de sello político, capaces de establecer una contraparte real a los medios hegemónicos preponderantes en la batalla ideológica y política.

Hay que insistir en que las respuestas y las soluciones no bastan que provengan de los periodistas, de quienes están en los medios. Se requiere de un compromiso del conjunto de la sociedad y principalmente de los sectores sociales y políticos transformadores. 

En esa línea de desafíos, deberíamos bajar el tono a la retórica, a la queja repetitiva, a echar la culpa a los conservadores que, a final de cuentas hacen su trabajo, y priorizar por aportar soluciones, por entregar apoyos, por concretar compromisos, por incentivar el desarrollo de medios opcionales.

¿Por qué estar en todo esto? Porque estamos convencidos de que en la sociedad chilena se libra una batalla de ideas, una disputa de proyecto-país, una disputa cultural. Nadie en eso es aséptico. Menos los medios de comunicación. 

Ya lo decía el informe de la PNUD respecto a los medios que monopolizan la información en Chile: “Ambas cadenas periodísticas tienen una clara afinidad con sectores políticos de derecha y con los intereses gremiales de la gran empresa”. Por algo será que sólo en los últimos cinco años desde los sectores conservadores hubo apropiación o creación de casi una decena de Portales Web, canales de televisión y revistas de corte ideológico. ¿Qué se ha hecho como contrapeso, como contrapunto? 

En esa disputa ideológica y cultural son necesarios medios como El Siglo, como es imprescindible el papel que jueguen las redes sociales y las nuevas tecnologías, las radios, los programas televisivos digitales, el uso de plataformas diversas, comprender fenómenos como la Inteligencia Artificial. 

Quisiera agregar que más allá del periodismo y la información, hay todo un desafío desde el campo de sectores transformadores y progresistas por fortalecer las expresiones culturales, que fue siempre un patrimonio y baluarte de los sectores transformadores en el país. Junto a eso, incentivar el trabajo provechoso y productivo de centros de estudios y de revistas ideológicas, que también son soporte de ideas y de proyectos transformadores.

Todo eso tiene que ver con algo sustancial: generar pensamiento y motivar sensibilidades. Para eso hay que informar y hay que instalar relatos. En una perspectiva de masividad pero también de nichos específicos. No podemos ser rígidos. Eso incluye estar abiertos al debate, a la reflexión, a la conversación, y no quedarnos en la consigna, en la obsecuencia, en la palabra fácil y mediocre. 

Hablábamos de recursos materiales. También necesitamos recursos en insumos informativos, que las voceras y voceros del mundo transformador nos otorguen entrevistas, nos aporten conocimientos, nos entreguen antecedentes, entren a los debates y difundan ideas.

Por cierto, debemos ser autocríticos. Hoy, en el campo progresista y de izquierda, hay quienes le prenden velitas sólo a las redes sociales, objetan la complementación de medios, refuerzan agendas comunicacionales individuales por sobre las colectivas, priorizan sólo por los medios grandes y desechan las tesis recabarrenistas y populares, sobre el papel y el formato de los medios, y se apegan a tesis liberales y pos modernistas de los conservadores, como la antigua premisa de que vale más un cuarto de página en un medio convencional que tener un medio propio. 

En eso es importante abandonar posturas acomplejadas y temerosas. ¿Dónde están los complejos y los temores de los conservadores en las líneas editoriales de El Mercurio y La Tercera? Si hay que cuidarnos, cuidémonos de no abandonar nuestras ideas, nuestros conceptos, nuestros valores, nuestra estética, nuestros relatos, nuestra historia, y como nos dijo en su saludo Pía Figueroa de la agencia Pressenza, El Siglo en eso es “capaz de jugarse por sus ideas, sin matizarlas a gusto de quienes discrepan, ni perder su libertad para acomodarse mejor. Esa convicción hace tanta falta y es un importante ejemplo a seguir”.

Quisiera que me excusaran de haber ocupado su tiempo en estas reflexiones. Pero queríamos ir más allá de un saludo protocolar o emotivo en esta fecha. Queríamos convertir este espacio en un espacio de reflexión sobre un tema que está abierto y que es desafiante.

En fin, lo significativo este día es que El Siglo logra cumplir 84 años de vida. Contra vientos y mareas. Logra desarrollarse y permanecer. Logra hacer una labor contribuyente en el escenario mediático. Logra llegar a miles de lectoras y lectores. Logra colocar un relato, una mirada, una sensibilidad, una conversación, una reflexión, que es distintiva. 

Es obra de periodistas, de leales colaboradores, pero sobre todo es consecuencia del apoyo y la convicción de gente como ustedes, de personas de distintos ámbitos de nuestro pueblo que con esfuerzo aportan y alientan. 

Una colaboradora recurrió a Inteligencia Artificial para comprobar qué le decía sobre El Siglo. Y se encontró, en parte, con esta definición: “Es uno de los pocos medios en Chile que mantiene una línea editorial consistentemente enfocada en temas de justicia social, derechos laborales, igualdad y defensa de los sectores más desfavorecidos”. “El Siglo también sirve como una plataforma para las voces y opiniones que a menudo son marginalizadas en otros medios”.

No puedo dejar de decir que junto a este esfuerzo, está el esfuerzo de decenas de otros medios de comunicación alternativos, populares, feministas, indígenas, partidarios, sociales, universitarios, comunitarios, culturales, conformando de manera natural una red de información, divulgación y conocimiento que contribuye a alimentar el conocimiento de nuestro pueblo. En definitiva, estamos en el camino de alterar positivamente el sistema medial chileno. No estamos derrotados sino que actuando, estamos incidiendo en diversos ámbitos, representamos la otra prensa, la otra mirada, la otra opción, en un sentido contrahegemónico pero por sobre todo, de soberanía informativa.

No tenemos duda de que El Siglo es necesario, junto a otros medios. Es necesario para la batalla de ideas, para la difusión de información y análisis, para aportar al conocimiento, para incentivar la lectura y la ilustración, para generar sensibilidades y percepciones, para relevar los derechos humanos y el latinoamericanismo, para salir al paso a los relatos de odio y a las concepciones fascistas, para disputarle ideas y espacios a los conservadores, para respaldar editorialmente y con contenidos los procesos de transformación que vive el país y los proyectos que apuntan a mejorar la calidad de vida de chilenas y chilenos.

Haremos todo lo necesario para que El Siglo  siga siendo parte del sistema de medios de Chile y contribuya a la verdad, al conocimiento, a la cultura, a la justicia y a la dignidad. Haremos que en El Siglo esté la voz y el rostro multicolor y diverso de nuestra gente, de nuestros pueblos y de nuestra tierra.

Muchas gracias.