La Universidad Adolfo Ibáñez preparó un documento con recomendaciones para ejercer de manera adecuada el ejercicio periodístico en estas jornadas de manifestaciones, sin que se pierda el foco en el sistema democrático y respetuoso de los derechos humanos que como nación se requiere conservar.
Como formadores de periodistas observamos con particular atención lo que ocurre por estos días a nivel de cobertura mediática. Entendiendo que la información es ante todo un derecho social, más aún en estas horas, y que somos los profesionales de la comunicación los principales encargados de hacer valer este derecho ante la sociedad, dado nuestro papel fundamental para la existencia de un sistema democrático funcional y respetuoso de los derechos humanos, queremos compartir algunas ideas respecto al ejercicio periodístico informativo en este tipo de jornadas noticiosas. En estas situaciones los medios juegan un papel fundamental en la divulgación de creencias sobre por qué ocurren estos hechos. Una función básica es recontextualizar y disminuir la incertidumbre por lo que la entrega de información no debe ser solo una sucesión de hechos y polémicas entre antagonistas.
Los ciudadanos se expresan y participan hoy en la esfera pública a través de los medios de comunicación y de diversas plataformas digitales. En este contexto, un periodista se enfrenta más que nunca al desafío de filtrar, contextualizar y hacer visible la diversidad de estas formas de expresión y participación. Esto conlleva incorporar y contrastar estas visiones con diversas fuentes, incluyendo la evidencia de estudios e investigaciones que desde la academia se están produciendo y circulando activamente. De esta forma, los periodistas y los medios de comunicación podrán contribuir a la calidad del debate público.
1. Lo más importante en una cobertura son las personas, por sobre los bienes materiales, en particular, sus vidas, integridad, dignidad y el respeto a sus derechos humanos. Esto implica concentrar los principales esfuerzos de reporteo en narrar lo que ha ocurrido con los muertos y heridos. Si se trabaja directamente con víctimas o afectados, el respeto por la fuente y el distanciamiento de cualquier tipo de sensacionalismo es primordial.
2. Los periodistas representan a la sociedad al reportear en este tipo de jornadas, no a los gobiernos ni a grupos particulares de esta. Por tanto, deben formular las preguntas que las personas se hacen, incluyendo aquellas que puedan ser incómodas para el poder.
3. Los periodistas en terreno tienen mejor información de lo que ocurre en el lugar de los hechos. Y los editores, de la visión general. Ambas perspectivas deben complementarse. En consecuencia, el editor no puede censurar ni tergiversar lo que despacha el periodista, ni imponerle su visión, sino que orientarlo y proporcionarle el marco general.
4. Nada reemplaza la visión del periodista en terreno. Por tanto, este debe informar con profesionalismo y respeto a los criterios éticos, independientemente de sus convicciones y creencias personales.
5. No porque algo lo diga una autoridad es necesariamente cierto, exacto y completo. Todo debe chequearse, aunque lo diga una autoridad. Es deber del periodista hacerlo. Lo mismo ocurre con otras fuentes. Por ejemplo, no es infrecuente que los testigos magnifiquen o adornen su versión de los hechos para darles más espectacularidad o presentarlos según sus creencias. La información debiera ser difundida sólo cuando se ha corroborado con fuentes fehacientes.
6. Lo que le ocurre al periodista no es noticia, salvo que sea extraordinario. Lo importante es lo que le pasa a las personas y a la sociedad. Y si por momentos no ocurre nada nuevo, no se debe forzar el flujo informativo, sino que aprovechar esos espacios para analizar y recapitular.
7. Al reportear nunca debe olvidarse que se está tratando con personas y que estas tienen sentimientos, dolores y emociones, especialmente en jornadas como esta. El periodista debe estar atento y realmente escuchar a su fuente y darle tiempo a expresarse, sin atiborrarlo a preguntas. El periodista tampoco debe olvidar su propia humanidad, por lo que la preparación física, psicológica y a nivel de contenidos, así como el autocuidado durante y después de este tipo de coberturas, son fundamentales.
8. Tenga en consideración que, como refleja la experiencia en dictadura y en democracia, en múltiples casos de violaciones a los derechos humanos, protestas, así como abusos, las víctimas suelen contar versiones fidedignas de lo ocurrido. Además, esté atento a si las huellas emocionales, físicas y el contexto corroboran lo que las víctimas indican.
9. Lo urgente no debe dejar atrás lo importante. El desafío de la rapidez, lógico en los medios, debe ser consistente con la necesidad mucho más importante de informar verazmente. A veces es mejor llegar segundo, pero bien.
10. Los periodistas que despachan en directo desde donde ocurren los hechos, deben ser cuidadosos y precisos en el uso del lenguaje para informar bien a la sociedad. Por ejemplo, un error que hemos visto y escuchado con frecuencia en estos días es la expresión “los carabineros debieron usar gases lacrimógenos”. No, no es así: “no debieron”; simplemente “los usaron”. El trabajo en vivo – sea para radio, televisión o algún streaming en sitios de Internet o redes sociales online – implica un riesgo en el sentido de que no existe la posibilidad de edición a posteriori. Por lo mismo es que se debe actuar con cautela, sin dejarse llevar por la emocionalidad del momento y, en lo posible, teniendo previstos los escenarios posibles y las reacciones frente a ellos.
Suscriben los siguientes profesores de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo, Universidad Adolfo Ibáñez:
• Sebastián Alaniz
• María del Carmen Aninat
• Arturo Arriagada
• René Celedón
• Max Colodro
• Valentina Justiniano
• Loreto Palominos
• Fabiana Rodríguez-Pastene
• Carmina Rodríguez
• Manuel Délano
• Ernesto Escobar
• Carlos Franco
• Bárbara Fuentes
• Juan Pablo Herrero
• Luis Santana
• Karen Trajtemberg
• Felipe Valdivieso