Por Oriana Zorrilla

A 207 años de la aparición de la Aurora de Chile, los periodistas tenemos poco que celebrar en materia de prensa, menos aún, respecto del sistema informativo imperante, que pese a contar con las más avanzadas tecnologías del siglo XXI, su quehacer no tiene puntos de contacto con el surgimiento del primer periódico cuya principal misión fue trabajar por la causa independentista.

El Colegio de Periodistas de Chile  ha señalado al 2018 como uno de los años más obscuros del periodismo nacional. Revistas símbolos de la prensa chilena han cerrado sus ediciones impresas por falta de recursos, los diarios despiden o reducen al máximo el número de sus trabajadores y la televisión no es más que un instrumento para moldear las conciencias de los chilenos expuestas al arbitrio del mercado, utilizando una profunda banalización de sus contenidos.

Todo nos indica que la crisis denunciada sobre la precariedad laboral, la falta de ética y el manejo mediático empresarial irá en aumento. Por tal razón, rememorar el nacimiento de la Aurora de Chile es imprescindible.

Un 13 de febrero de 1812 con emoción se voceaba en las calles su primer número, quienes abrazaban la causa patriótica sintieron que mediante sus páginas se difundirían los ideales libertarios y se erradicaría la ignorancia y la ceguera de aquellos que no creían que Chile debía ser un país independiente.

Camilo Henríquez tras ser nombrado director por la Junta de Gobierno presidida por José Miguel Carrera, se transformó en el padre del periodismo nacional, hombre de letras y revolucionario, quien fue elegido por sus profundos conocimientos filosóficos y su buena escritura.

TEMPRANA CENSURA

A pocos meses, la Aurora de Chile vivió los primeros embates de la censura, debido a su clara línea editorial. Tuvo acérrimos detractores, especialmente aquellos que condenaban desafiar al Rey de España,  lo que se tradujo en un decreto que exigía conciliar el respeto inviolable de la santa religión y el Estado “cuyo abuso funesto e inconsiderado puede envolvernos en desgracias”, aplicando así la censura previa a cuanto se imprimía en la época.

Audaz y comprometido Camilo Henríquez publicó, en el número posterior al oficio censor, una monografía que se inicia con la siguiente cita “ya que estáis diciendo que volvamos a ser esclavos, a lo menos aprovechémonos del corto tiempo que nos resta para despedirnos de la libertad”.

La valentía con que los patriotas enfrentaron la comunicación de las ideas de  la Independencia de Chile tuvo su correlato durante la dictadura militar. Los chilenos afrontando persecuciones y represión fueron capaces de crear medios de comunicación clandestinos y luego, públicos opositores al régimen pinochetista como una forma de denunciar y prevenir a la ciudadanía sobre la violación de los derechos humanos y sociales en nuestro país.

Surge de inmediato la gran pregunta, ¿qué ocurre hoy y cuál es el rol, no sólo para los periodistas, sino que para la sociedad chilena sobre el sistema informativo nacional?

EL MITO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Cada vez que en el país se producen atentados a la conciencia de los chilenos, mediante la difusión infinita de noticias que no calzan con la realidad o que, al menos, producen ciertas dudas, la piedra de tope somos los periodistas. 

No es fácil convencer a la comunidad que los profesionales están sometidos a la línea editorial que fijan los empresarios y que es totalmente sumisa al interés del mercado, esto aplica tanto para los medios de comunicación escritos, radiales, televisivos o digitales.

No es un misterio que los dueños de dichos medios controlan la práctica periodística y manipulan la percepción del público para poder perpetuar los ideales del modelo libremercadista, crean distorsiones y nos obligan a consumir sus verdades sociales, morales y económicas sin contrapeso.

Diversas investigaciones periodísticas nos revelan que los mismos empresarios participaron en la privatización de la salud, de la previsión, en el desmantelamiento del sistema universitario público y que a través de sus medios ocultan o deforman la realidad que eventualmente pudiera amenazar sus intereses.

Se tiende a confundir la cantidad de medios de comunicación que circulan como una forma de concebir la libertad de expresión. Efectivamente, en Chile existen más de quinientos medios, pero que son controlados sólo por tres consorcios. Es por ello que al momento de analizar la existencia o no del pluralismo hay que decir claramente que no existe, porque el sistema ningunea la participación social, política, se menosprecia la diversidad de puntos de vista y más aún se desestima la producción de contenidos o gestión democrática.

PERIODISMO DIGITAL

Las redes sociales y el periodismo digital producen amor y odio desmedidos, tanto en los periodistas como en la opinión pública. Se le considera un excelente soporte tecnológico para llegar a millones de personas y cada vez impactan más duramente a los medios de comunicación tradicionales.

Si bien es cierto, se considera una fuente de información instantánea y un magnifico instrumento de intercambio, la confianza en las redes y en los medios digitales se ha visto quebrantada por el abuso que se hace en la trasmisión de noticias falsas, discursos y campañas agresivas o simplemente en su utilización como otro mecanismo informativo vinculado a las grandes empresas.

Existen interesantes nuevos portales periodísticos -ya con algunos años de experiencia- que suelen aliviar la indefensión de los chilenos ante el poder mediático tradicional. 

Los empresarios, alertas a lo que ocurre en el ciber espacio, han puestos sus fichas invirtiendo cada vez más en ellos. Las organizaciones y los partidos políticos, al parecer, están llegando tarde al entendimiento que la lucha por el poder trae consigo una guerra mediática feroz y que no da tregua ni en Chile, ni en el ámbito internacional.

La prensa alternativa que intenta disputar los espacios de influencia trata de hacer lo suyo, instalando sus medios a través de ingentes esfuerzos económicos, sustentarlos en el tiempo, como siempre sin recursos, sin horario e inyectándoles sobre todo compromiso y voluntad. Es una guerra desigual.

El recuerdo del nacimiento de la Aurora de Chile y las energías para mantener en alto el trabajo colectivo, la defensa de valores y principios que orientaron al padre del periodismo nacional están sobre la mesa y es el Colegio de Periodistas la entidad que  convoca a los periodistas, a los trabajadores de la prensa y a la sociedad a revertir este obscuro panorama. 

Santiago, 13 de febrero 2019